“Como Fedra, yo también me dejo llevar
por el corazón y las pasiones”
Su vocación por el teatro fue la más tardía de su extensa carrera profesional, pero hace años que no se baja del escenario. Hasta hace poco ha estado de gira con la comedia romántica Prefiero que seamos amigos, y ahora aterriza en el Teatro La Latina para encarnar a la pasional Fedra que estrenó en la reciente edición del Festival de Mérida.
viaje a la tragedia
Vienes de hacer una comedia romántica, ¿cómo ha sido meterse de cabeza en una tragedia como Fedra? Un trabajo muy duro, intenso y enriquecedor. He realizado este viaje interior con los mejores compañeros: mi nueva familia de Fedra (Juan Fernández, Tina Sainz, Eneko Sagardoy y Críspulo Cabezas) y, sobre todo, el director, Luis Luque. Ellos se han convertido en las velas y el timón de mi nave en esta aventura. Y también tengo mucho que agradecer a Luis Mottola, mi compañero en Prefiero… y mi coach para preparar el papel de Fedra.
¿Qué te atrajo del proyecto? La intensidad del texto de Paco Bezerra fue muy importante, porque decir cosas tan bellas y terribles, y aprender a revestirlas de una intensidad trágica en el lenguaje corporal era algo que no había hecho hasta ahora. Era un desafío. Además, me apetecía mucho ponerme a las órdenes de Luque y volver al Festival de Mérida con un papel dramático. Así que, me lancé de cabeza.
Háblame de tu personaje. Fedra es una mujer que quiere ser libre para amar. No pudo elegir cuando era joven, y ahora que no lo es tanto, su cuerpo y su corazón le piden que se conceda el lujo de amar a quien realmente ama, aunque la razón le repite una y otra vez que es un error y que acabará pagando por ello. Es consciente de que es la reina y que de ella se espera una actitud que no está dispuesta a sostener más tiempo, y esa contradicción le resulta un drama insoportable.
¿Cómo es ponerse en su piel? No es fácil, pero la comprendo, y he podido llegar a ella desde la verdad. Aunque he tenido que trabajar la contención. Eso ha sido precisamente lo más difícil, pero conseguirlo supone la mayor satisfacción.
¿Qué compartes con Fedra? Yo también me dejo llevar por el corazón y comprendo esa necesidad que siente de beber hasta la última gota de vida y de experiencias que tiene por delante. Es una mujer con pasiones y no quiere renunciar a ellas.
¿Alguna vez has sufrido por amor tanto como tu personaje? Me he enamorado hasta las trancas varias veces, pero no he vivido un amor tan violento como el suyo y, si lo hubiera hecho, no lo confesaría. Ella está enferma porque está enamorada de su hijastro y es la reina de la isla y la esposa del rey. El suyo es un amor prohibido y debe luchar contra todo y todos.
Fedra era uno de esos personajes que soñabas con interpretar, ¿qué otros añadirías a la lista? Muchos, tantos que la lista sería enorme. Algunos, me quedaré sin hacerlos por cuestiones de edad. Y otros no quiero decirlos porque se podría gafar. Pero me gustaría hacer teatro con las mujeres de mi familia. ¿Qué obra? No lo sé. Pero ahí lo dejo.
Hace años que no te bajas de los escenarios. ¿Qué te dan? Creo que el veneno del teatro ya me corre por las venas. Es un desafío enorme, una prueba durísima cada día, pero me someto a ella con gozo. Disfruto mucho sobre el escenario cuando veo que el público también lo hace. En la comedia es más fácil, porque los escuchas reírse, pero con La Plaza del Diamante aprendí a escuchar el silencio del drama y con Fedra lo paladeo con mucho placer.
¿Qué sientes al pisar las tablas? Antes de una función siempre estoy nerviosa, es inevitable. Pero, cuando doy el primer paso en el escenario, los nervios se van y queda el texto y lo que hemos ensayado. Así que, me relajo y entro en el personaje.
¿Tienes algún ritual, manía o fobia antes de salir a escena? Le rezo a los míos, a los que tengo arriba, que sé que me escuchan y me velan: mi madre, mi padre y mi hermano.
Te han otorgado la Medalla al Mérito en las Bellas Artes, ¿qué supone para ti? Me costó creérmelo, y aún me sorprende y emociona cuando me lo preguntan. Estoy agradecida y siento un orgullo indescriptible. Aunque sé la responsabilidad y autoexigencia que supone que te entreguen un reconocimiento como éste, así que, seguiré trabajando y disfrutando con lo que hago, como hasta ahora.
Han pasado más de cuarenta años desde que se subiera por primera vez a un escenario para cantar con su padre en una aldea gallega, pero sigue conservando la misma ilusión, las mismas ganas y el mismo respeto por el público que entonces tenía. Y es que “de casta le viene al galgo”, y Lolita Flores, hija de La Faraona y El Pescaílla, aprendió desde niña que en el escenario hay que “dejarse el alma”.
Cantante, actriz y presentadora de televisión, acumula una veintena de discos, diez películas y varias series. Y aunque ganó un Goya en 2002 por Rencor, se queja de que hace tiempo no la llaman para hacer cine. No ocurre lo mismo con el teatro. Fedra es la octava obra en la que participa. Un personaje que, junto a La Colometa de La Plaza del Diamante, han marcado “un antes y un después” en su carrera.
PURA PASIÓN
Su Fedra es pasional, reivindicativa y luchadora. Así la definen al menos los responsables de esta versión del clásico de Eurípides, que firma el Premio Nacional de Literatura Dramática Paco Bezerra, dirige Luis Luque, y protagonizan junto a ella Juan Fernández, como Teseo, su marido; Críspulo Cabezas, como Hipólito, hijastro de Fedra y objeto de su amor; Eneko Sagardoy (Goya al actor revelación por Handia), como Acamante, hijo de Fedra y Teseo; y Tina Sainz, como Enone, la nodriza.
Esta historia sobre un amor incestuoso muestra a los habitantes de la Isla del Volcán muy preocupados por su reina, Fedra, que ni come, ni habla, ni duerme desde hace tiempo. Pero es que su dolencia no tiene una cura médica. Lo que la atormenta es un deseo violento e indómito por su hijastro que ya no está dispuesta a reprimir, le pese a quien le pese.
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Actriz de profesión, Sandra Ferrús comenzó a escribir porque se lo pedía el cuerpo. Se estrenó en la dramaturgia con El silencio de Elvis, una obra sobre la esquizofrenia que dirigió y volverá a protagonizar en mayo en el Teatro Español. Y ahora se sumerge en los peligros del sexo viral con La panadera, una historia que también firma, dirige y protagoniza.