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Menos butacas, menos funciones y menos artistas, pero muy comprometidos y con todas las ganas del mundo de volver a pisar las tablas. La directora de Madrid en Danza, Aída Gómez, nos cuenta cómo va a ser esta edición de un festival con el que los Teatros del Canal vuelven a levantar el telón y que habrá que disfrutar con mascarilla.
Hasta cuatro programaciones diferentes han formado parte del recorrido creativo de este certamen internacional dedicado a la danza, que en 2020, y debido a la pandemia, tendrá el carácter más español de sus 35 ediciones; y, “por seguridad de los artistas y del público”, sólo ofrecerá “números individuales o en pareja, acompañados de música en vivo”, que sólo podrán disfrutar 200 espectadores diarios en la Sala Roja de los Teatros del Canal.
Israel Galván y su Amor brujo. Gitanería en un acto y dos cuadros; Sara Calero con Fandango Avenue; el Premio Nacional de Flamenco Marco Flores y el clavecinista Ignacio Prego con Origen; Olga Pericet, con Un cuerpo infinito; el matrimonio formado por Iratxe Ansa e Igor Bacovich (Metamorphosis Dance), con Al desnudo; y Rocío Molina y su Caída del cielo, son los nombres propios que nos harán “regresar a las raíces de nuestro baile”, con una programación que se iniciará el miércoles 17 de junio y finalizará el domingo 28, con funciones en días alternos, y que incluye dos “charlas sobre danza”, que pretenden “abrir una ventana a la reflexión” y servir de “lugar de encuentro para compartir ideas”.




Reivindicar la danza
Así lo espera la directora del festival, que el jueves 18 reunirá a cinco críticos de danza en la Sala Verde de los Teatros del Canal para hablar sobre “cómo ha evolucionado esta disciplina históricamente después de una crisis”. Y el martes 23 de junio hará lo propio con creadores de la talla de Antonio Canales, Chevi Muraday, Manuel Segovia, Rubén Olmo y Sergio Bernal, moderados por ella misma, con la intención de “hablar de las perspectivas de futuro y reivindicar la danza, la gran olvidada de las artes escénicas en esta crisis”.
Aída Gómez, que confiesa haber tenido “un confinamiento muy complicado”, “preocupada” porque tiene a su madre en una residencia y “subida a una montaña rusa de incertidumbre” barajando distintas posibilidades para poder celebrar Madrid en Danza (“al aire libre, a cubierto, en una sola sala, en varias…”), está “deseando parir esta programación” con la que dice estar “contenta”.
Por “el arrojo demostrado”, está “muy agradecida” a los profesionales que van a participar en esta “extraña” edición de un certamen que, a partir de este año, cambia sus habituales fechas y pasa de noviembre a junio.
Ahora sólo espera que la reacción del público sea igual de positiva. “Tengo fe en que esto funcione, porque el programa es muy atractivo, las entradas son baratas y creo que la gente tiene muchas ganas de volver a los teatros”, afirma.
Para la próxima edición espera recuperar todos esos proyectos, sobre todo internacionales, que se han quedado fuera por las restricciones de movimiento y el cierre de fronteras. Mientras tanto, sólo piensa en “volver a abrazar” a su madre y en sus clases, que volverá a impartir a partir del 15 de junio en La Corrala de la Danza. Ésa será “la mejor forma de relajación” para esta artista que no ha parado en todo el confinamiento.